Antes de nada, voy a explicar qué es el GR-11 o senda Pirenaica.
El GR-11 es un sendero de gran recorrido, que atraviesa la cordillera de los Pirineos, desde el Mar Cantábrico al Mar Mediterráneo, o viceversa, con unos 800km de distancia.
Une el Faro de Higuer en Hondarribia (País Vasco) y el Faro del Cap de Creus (Cataluña).
Este proyecto lo tenía en mente desde el año 2017, que realicé mi primer Camino del Norte desde San Sebastián a Santiago en bici.
En ocasiones pensamos que ciertos retos, llamémosles deportivos, no están a nuestro alcance. Ya sea por preparación física, tiempo o incluso por presupuesto. Y al final, los posponemos en nuestra vida, hasta el punto de dejarlos en el cajón de las cosas pendientes.
Por circunstancias personales que me empujan a replantearme la vida, en este año 2024, me propongo la puesta en marcha de este ambicioso proyecto.
A primeros del mes de Febrero, comienzo a preparar todo.
En un principio, me documento con el contenido que nos ofrece Youtube, páginas web y mapas físicos.
Teniendo en cuenta la cantidad de horas visionadas, información procesada, y sobre todo, paisajes grabados a fuego en mi cabeza, puedo llegar a asegurar, que interioricé mentalmente todo el GR.
Cuando hablaba con amigos y conocidos de mi intención de cruzar los Pirineos, de mar a mar, en 31 días, lo primero que señalaban, era la distancia y los desniveles acumulados. Nadie, se planteaba las dificultades logísticas, la meteorología adversa ni la gestión emocional.
El GR-11 no es un Camino de Santiago al uso (sin quitar ningún mérito a este reto), ya que vamos a tener que gestionarnos, sobre la marcha, la comida, el agua y la pernocta. Con el peso añadido a nuestra mochila, dependiendo del nivel de dificultad que queramos añadir (más o menos autosuficiencia).
Por ejemplo, si dentro del proyecto vamos sobrados de dinero, a lo mejor nos planteamos no pernoctar en tienda de campaña, y sólo hacerlo en refugios guardados (privados de pago), u hoteles en poblaciones. De esta manera, iremos mucho más ligeros de peso, podremos avanzar más rápido y sobre todo, descansar entre etapas.
Realizar la Transpirenaica en autosuficiencia total, es imposible en España, y paso a argumentarlo a continuación:
No podemos cazar o pescar, por poner un ejemplo gráfico para la obtención de alimentos. Tampoco pernoctar en cualquier sitio, ya que los Pirineos tienen muchas zonas protegidas como Parques Naciones o Naturales. Sin olvidar que no podemos hacer fuego para cocinar ni calentarnos, fuera de los Refugios o lugares expresamente habilitados.
Así que salvo pernoctar en tienda (siempre que cumplamos los requisitos legales de la zona), no se me ocurre otra forma de «autosuficiencia relativa» para afrontar esta travesía en la mayor autonomía posible.
Tras esta explicación, mi proyecto pretendía que ésta última modalidad, iba a ser la elegida para afrontar mi reto.
Además, durante una travesía de tantos días, es muy probable sufrir incidencias de todo tipo, que pueden dar la cara en forma de lesiones, o incluso en el peor de los escenarios, accidentes graves.
Así que para la elaboración del plan, hice mucho hincapié en la seguridad.
Configuré un botiquín muy completo, con medicación para afrontar mucha patología probable de presentarse, en lugares a horas de la población más cercana.
Elaboré un mapa con checkpoints para trazar rutas de escape en caso de emergencia o meteorología adversa.
Puse en marcha una red de comunicación en caso de emergencia, para poner en alerta a familiares y amigos en caso de necesitar ayuda.
Quiero puntualizar que cualquier actividad en montaña, la regla de oro en cuanto a seguridad, es NO ir nunca sólo. Pero los retos son así, si no, los llamaríamos de otra manera.
Volvemos a situarnos dentro de los meses previos al comienzo de mi GR-11.
Había un handicap añadido y era la dificultad para entrenar buscando acercarme lo más posible, a lo que me iba a encontrar durante la travesía de los Pirineos.
Realizar escapadas de 3 a 5 días, sería un buen entreno. Pero no todo el mundo disponemos de ese tiempo por logística familiar o laboral.
Sin olvidar, la necesidad de conseguir material moderno y ligero.
La mayoría de mi equipación, tenía años, pesaba mucho y no cumplía con las exigencias mínimas para afrontar con seguridad una meteorología adversa.
Así que tuve que realizar un gran esfuerzo económico, para proveerme con buen material, dentro de mi presupuesto, y conseguir un buen «colchón» para afrontar los gastos de la travesía.
El 4 de Junio, durante una guardia trabajando, tuve una lesión en mi pie izquierdo, que me tuvo 2 meses de baja laboral.
Se me vino el mundo encima.
No hacía más que pensar en todos los preparativos de los últimos meses.
Ilusión, tiempo invertido, y sobre todo, quedar mal ante el apoyo familiar que tuve en todo momento, para poner en marcha una aventura de este calado.
Fueron días difíciles, muy difíciles. Hasta que comprendí, que lo único que podía hacer, era parar, pensar y decidir.
En un primer momento, di por perdido el proyecto.
Después pensé que podría darme tiempo recuperarme de la lesión, eso si, sin días suficientes para entrenar. Y eso es finalmente, lo que hice.
El 8 de Agosto me incorporé al trabajo, sin tener la certeza de cómo me iba a responder el pie.
La verdad es que no me dio problemas, o al menos, ya no tenía dolor. Pero claro, en el contexto de una actividad física sin hacer grandes esfuerzos por miedo a resentirme de la lesión.
En definitiva, sólo pude realizar tiradas puntuales de 15km a 30km, con muy poco peso, y no muchos días, desde el 10 al 29 de Agosto. El resto me limitaba a andar 15.000 pasos…
Volviendo a un tema clave en todo esto, para mi el más importante de este desafío, es la preparación psicológica para afrontar el GR-11.
Yo me veía capaz. Conocía mis limitaciones físicas. Tenía previsto que mi lesión podría dar la cara. Y afrontaba con resignación, la posibilidad de presentarse este contratiempo.
Aún así, nunca se me pasó por la cabeza, un abandono si no se cumplían unas causas de fuerza mayor que lo motivaran.
Y llegó el día.
El 1 de Septiembre de 2024 emprendía viaje hacia Irún, con muchísimas ganas, y lo más importante, sin miedo a lo que me venía por delante en los siguientes 31 días.
La llegada a Irún estaba prevista a las 14:25h, y la verdad es que se cumplió el horario. Así que sin demora, me puse la mochila (que pesaba como un muerto) y emprendí ruta hacia Hondarribia.
Pasé mi primera noche en el camping del Cabo de Higuer, durmiendo genial y sólo con la mente enfocada en el final de etapa del día siguiente.
Todo el mundo me decía que tanto empezando por el Este o por el Oeste, las primeras etapas no eran duras por el desnivel.
Pero ahora es cuando la realidad te da en la cara, y aprendes a no dar las cosas por hecho.
Teniendo en cuenta que se comienza a nivel del mar, y que en 32km te pones en zona montañosa… con eso lo digo todo.
Aún así, esta primera jornada, me recordó a mi Camino del Norte en bici. Mucho sufrimiento, pero con la sonrisa todo el día en la cara.
A pocos km. de Vera de Bidasoa, el sendero estaba impracticable por la caída de árboles en gran parte del mismo. Eso me hizo tener que tomar las primeras decisiones, y comprobar en mis carnes, que esto no era un juego.
Para sortear los obstáculos, tuve que salirme del sendero, con terreno muy irregular, con bosque frondoso, y pocas referencias visuales. Eso unido al peso de la mochila y el riesgo de esguince (en mi estado).
De echo, necesité tirar del GPS para localizar el track original, y engancharlo casi 1 km. más adelante.
Finalmente, con Vera a tiro de piedra, y fundido por el esfuerzo, me encuentro que no se dónde pasar la noche. La idea principal, era pernoctar unos kms. antes o después. Pero el bosque cerrado, la proximidad a fincas, y sobre todo el terreno, no permitían echar la tienda en cualquier lado.
Sin olvidar que no estaba para estirar la etapa ya que la tormenta me pisaba los talones.
Finalmente, no tengo más remedio que reservar un hotel rural.
Compro cena y «más comida» para la siguiente etapa, que me llevaría a Elizondo. Otra jornada complicada con 30km. sin posibilidad de abastecerme hasta la llegada.
Realizo estiramientos, y me doy un baño de una hora. Si, una hora metido en agua caliente disfrutando al máximo. No sé cuándo podría volver a darme un baño así…
Son las 20:00h y comienza a llover.
Preparo la mochila para salir pronto a la mañana siguiente. Llamo a casa para dar las novedades de la jornada y me acuesto muy pronto.
Algo muy curioso que me pasó, es que pensé que iba a dormir genial, y me costó mucho conciliar el sueño.
La cabeza estaba centrada en completar la etapa 2, no me preocupaban las siguientes; ni la lluvia, ni dónde pasar las noches, ni los kms.
Nunca se me había pasado por la cabeza un abandono. NUNCA.
Hasta que de madrugada, me desvelo y aprovecho para ir al baño.
Al apoyar el pie de la lesión, noto un dolor que no tuve en toda la etapa 1.
Me hundo psicológicamente.
Aquí empieza mi calvario de casi 4h en la cama, replanteando mi proyecto. Valorando qué hacer. Qué sería lo mejor.
¿Sigo y vemos qué tal va la lesión?
¿Sigo con los días de tormentas que se esperan a 5 días vista?
¿Sigo y fuerzo una lesión mal curada en alta montaña, generando una retirada o incluso un rescate?
Y decidí no seguir.
Con todo el dolor de mi corazón, tuve que tomar la decisión más difícil.
Escribí a Sandra de madrugada, pero cuando pudo leer el mensaje, ya había decidido parar.
Marta, una gran amiga que me ayudó mucho en la preparación, y sería mi médica de emergencias durante la travesía, me llamó por teléfono para animarme y ayudarme con el bloqueo mental que tenía. Pero ya tenía mi decisión tomada.
Gracias por todo Marta.
Finalmente hablé con Sandra y como siempre, me apoyó y consiguió hacerme sobrellevar, esa decisión tan dolorosa para mi.
Desayuné en el hotel, y milagrosamente, ese sufrimiento y esa sensación de fracaso, desapareció.
Me costó hacer llegar la noticia a la gente que tanto me había apoyado.
Dudé en hacerlo público al principio. Pero necesitaba soltarlo y no sentir esa presión al recibir todos los días, tantos mensajes de ánimo para el GR-11.
La respuesta de la gente fue abrumadora. Mensajes por RRSS, mensajes de WhatsApp, audios…
Alguna lagrimilla quería escaparse. Hasta que recibí mensajes de mis hijos…
De vuelta a Irún, sólo pensaba que este reto puede esperar.
Que la vida es una toma constante de decisiones, más o menos acertadas, pero al fin y al cabo, hay que tomarlas para continuar.
Hasta hace bien poco, me sentía un fracasado por no haber podido hacer frente al GR-11…
Hubo personas que me dijeron que sólo con tomar la decisión de hacerlo y plantarme allí, tiene mucho mérito.
A día de hoy, estoy seguro, que podía haber tenido un accidente por querer cumplir con el dicho español de «a que no hay huevos».
Mi orgullo estaba por encima de cualquier cosa, hasta que me ha pasado esto.
Para terminar, quiero hacer pública mi admiración por todas las personas que han sido capaces de completar esta travesía. Demostráis una fortaleza mental increíble.
Y en cuanto a la enseñanza que he adquirido tras meses de preparación, quiero hacer hincapié, en que la SEGURIDAD prima sobre cualquier otra cosa.
La montaña es superior a nosotros.
La montaña mata.
La montaña puede esperar a otra oportunidad, y las que hagan falta.
Volveré a intentarlo.
4 respuestas a «Mi abandono del GR-11»
La montaña no perdona… Tomaste la mejor decisión y sí, sólo con ponerte en la línea de salida, ya has hecho mucho.
La prueba puede esperar, ya llegará el momento.
Enhorabuena por esa buena decisión y por el camino realizado hasta el momento de empezar la prueba.
Un abrazo.
Hola Almudena.
Antes de nada, agradecerte tus palabras de ánimo.
Me ha costado mucho escribir esta entrada en mi blog. Pero creo que era necesaria para soltar lastre, y concienciar sobre seguridad en montaña.
Como has leído, tenía mucha ilusión en este proyecto.
Volveré seguro.
Un abrazo
No hay que tomarlo como una derrota Fran. Volverás más fuerte y motivado, con una lección aprendida que te hizo ver una necesidad… Escuchar al cuerpo!! Necesario y sabio…. No por ello eres peor, todo lo contrario, has demostrado ser cauto y con la capacidad mental final para afrontarlo.
Un abrazo, sigue así amigo!!
Gracias Bruno