Falta de preparación física

Muchos peregrinos que realizan las diferentes rutas, piensan que es un paseo de varios días, sin reparar en la cuenta, que hoy harás 25km y mañana probablemente, otros tantos o más etapa tras etapa.
Una travesía de más de cinco días, conlleva un desgaste físico importante, y sin preparación previa, supone la aparición de lesiones. Si le añadimos el peso de las mochilas, que la mayoría de los peregrinos no tienen en cuenta, sumamos un plus más a este riesgo.
En definitiva, no sólo es andar, se trata de encadenar etapas largas y con desniveles del terreno, día tras día, haga sol o llueva.
Elegir mal la época del año para realizarlo

Las condiciones climáticas en esta travesía de tantos días, es un punto muy importante en el contexto de la seguridad.
Una cosa es una etapa con lluvia intermitente, asumible con un impermeable o poncho, a una tormenta que te impida la visibilidad y ponga en riesgo tu integridad, tanto por el riesgo de aparato eléctrico, como por la hipotermia que puede provocarnos después con la ropa empapada.
El calor es también, muy peligroso en este tipo de actividades al aire libre. Aunque en estas rutas, podamos encontrarnos poblaciones relativamente próximas unas de otras, 10km o 15km, un golpe de calor sin agua y sin sombra, puede matarnos.
Equipación no adecuada

Empezando por el calzado y terminando por la mochila, puedo comprobar en cada Camino que realizo, la cantidad de errores que cometen los peregrinos.
Botas de montaña recién estrenadas, zapatillas de correr en tramos con firme irregular y piedras. No utilizar bastones en bajadas…
El calzado para cualquier actividad de este tipo, tiene que ser cómodo, resistente y adaptado a la ruta concreta que realicemos.
Nunca estrenarlo en el propio Camino de Santiago.
La elección correcta de la mochila, y su configuración, es un tema importantísimo. Ya que nos va a evitar rozaduras, dolores musculares y lesiones importantes si no la llevamos bien ajustada y con la talla correcta. Si, las mochilas como la ropa, tienen tallas.
Infravalorar el Camino

Como apuntaba al inicio del artículo, en cuanto a la falta de preparación física, deberíamos incluir entre los errores más importantes, no prepararse la parte mental y psicológica de la travesía.
Estamos hablando que la Vía de la Plata tiene unos 963km de distancia, el Camino Francés desde Roncesvalles 790km, y el Camino del Norte más de 800km.
No son simples paseos de andar unas horas al día, y después descansar en un albergue, alojamiento rural, hotel o similar.
Sin ir más lejos, y por experiencia propia, el Camino Primitivo, considerado de los más duros de todas las rutas a Santiago de Compostela, por su perfil montañoso y sus largas etapas sin servicios en algunas zonas. Hacen de él, un buen ejemplo de las complicaciones que pueden presentarse si no se va mentalizado y preparado.
No es de los más largos (comienza en la ciudad de Oviedo y se completa tras 325km divididos en 13 o 14 etapas)
La complicación de este Camino, viene cuando hay etapas que se debe llevar mucha agua, equipo de emergencias y comida. Concretamente la temida y a la vez conocida, variante de hospitales nos pone en nuestro lugar.
Se trata de una dura etapa de montaña, y dependiendo desde dónde iniciemos la misma, la completaremos en 22km o 30km. Todo ello sin posibilidad de abastecerse de comida o agua durante la mayor parte de ella.
Puedes comenzar en manga corta la ascensión, y en cotas altas, encontrarte que la temperatura ha bajado 15ºC, se ha cubierto todo de niebla, y formarse las temidas tormentas de montaña.
El equipo de rescate de Bomberos de Asturias tienen mucho trabajo en esta zona.
Cualquier Camino de Santiago, puede complicarse en horas. Es por ello, que hay que mantener siempre una consciencia situacional correcta, para anticiparse a los riesgos que se presenten durante la actividad.
Seguridad vial

Muchos tramos se tienen que compartir con carreteras, más o menos transitadas, con el riesgo que ello supone si no tenemos en cuenta la seguridad.
Siempre que sea posible, transitaremos por fuera de la vía, y en caso que tengamos que acceder a la carretera, lo haremos por el lado izquierdo de la misma, para poder ver el tráfico de frente.
Es cierto, que en algunas carreteras con curvas, cambios de rasante, o trazados de montaña con mala visibilidad, puede ser peligroso situarse en las zonas ciegas (en ocasiones al estar situados en el lado izquierdo), y deberemos cambiarnos para ver y ser vistos.
Recomiendo encarecidamente, que al utilizar el arcén, si lo hubiere, de cualquier carretera, llevemos ropa con partes de alta visibilidad, incluso ponernos un chaleco reflectante. Si además, permanecemos en las mismas con poca visibilidad, habría que equiparse con una linterna frontal o similar, con luz roja. La luz blanca directa, con las potencias de lúmenes que tienen las linternas modernas, pueden ser una molestia para los vehículos, y además, ponernos en peligro por deslumbrar a esos conductores con los que compartimos vía.
No llevar un equipo básico de emergencias en la mochila

¿Qué harías si se hace de noche y tienes que parar en medio de la nada con una lesión?
¿Qué harías si te sorprende una gran tormenta y no puedes cobijarte?
¿Qué harías si no tienes cobertura móvil y tienes que pedir ayuda?
Algo tan simple como un silbato, una manta de emergencias y un botiquín de primeros auxilios, puede ser vital para solucionar los contratiempos que pueden presentarse sin previo aviso.
Es cierto que en épocas estivales, la mayoría de los Caminos están muy transitados. Pero hay otras, en las que en días, no te encuentras con nadie durante la etapa. Además, puede darse el caso, que la persona con la que coincidas, tenga el mismo problema que tú.
Llevar mapas descargados offline y tener informada, al menos a una persona de la etapa que pretendes realizar, es una manera de hacer más seguro tu Camino.
El teléfono móvil debe estar lo suficientemente cargado para cuando se presenten estos imprevistos.
Pero lo más importante en cualquier actividad al aire libre, es aplicar el sentido común.





























